César Delgado
Vivió toda su vida en el barrio Las Flores, una de las zonas más humildes de Rosario. Ya de pequeño, el hermano de Ayelén, Julio y Yanina tenía algo que lo hacía distinto a los demás cuando llevaba la pelota con los pies: una gambeta indescifrable. Fue entonces que papá José y mamá Betty lo llevaron a jugar al club Alianza Sport, de la liga rosarina. En la cancha de Dorrego y Gutiérrez, el Chelito, sin ser la máxima figura, demostraba que tenía pasta de jugador. "No creía que llegaría a Primera porque yo jugaba con varios pibes que eran unos fenómenos y nunca llegaron", le reconoció a Clarín hace un tiempo este admirador de Ariel Ortega. El tiempo pasó y César recaló en Central para jugar en la Quinta división, donde un compañero le dio su actual apodo, Chelito. No había partido que su papá José se perdiera. "Y me reputeaba mi viejo. Se debe creer que él era el mejor del mundo", recuerda con una sonrisa en la boca el chico de Central.
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A pesar de su corta edad —tiene 21 años— y su pesimismo, Su esposa, Mariana, le dice cariñosamente Orejón. Y por eso varias veces festejó sus goles tomando sus orejas. Antes que nada, avisa que no es goleador a pesar de casi siempre jugó de delantero. "Aunque en ciertas oportunidades me tocó moverme como enganche o de ocho", aclara. |
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